Más de treinta años después de Alien, Ridley Scott explora los orígenes de la saga en Prometheus. Se estrena el 3 de agosto y la protagonizan Noomi Rapace, Charlize Theron y Michael Fassbender, al que entrevistamos en Londres.
Casi nada: encarna a un robot que admira e imita al Peter O'Toole de Lawrence de Arabia.
¡Te juro que estaba en el guión! Me apetecía, pero fue Ridley Scott quien decidió que el personaje sería rubio, delgado y con los ojos azules. Es algo ario, casi nazi: representa una forma ideal de creación con un lado amenazante. Para crearlo me inspiré en Greg Louganis (un saltador de trampolín), algunos personajes de Blade Runner, el Dick Bogarde de El sirviente y David Bowie.
¿Cómo resume una película tan compleja como Prometheus?
Creo que todo aquel que se haga preguntas profundas sobre el sentido de la vida debería verla. Es un filme muy ambicioso, que se atreve a contestar cuestiones bastante hondas y complejas.
Hablemos de Scott: ¿cuándo vio, por primera vez, Alien?
Con 13 años: obviamente, me aterrorizó. Estuve varias noches dándole vueltas al ser que le sale a John Hurt del estómago. Pero, sobre todo, me impactó el personaje de Sigourney Weaver: era la primera vez que veía a un personaje femenino tan fuerte, tan independiente, tan líder.
¿Y Blade Runner?
La descubrí con 16 años, y también aluciné. Era una mezcla muy curiosa: futurista y fantástica pero, al mismo tiempo, creíble y triste... La dirección de arte es fascinante y tiene imágenes que, lejos de envejecer, han mejorado. Es mi película favorita de Scott.
¿Y de las suyas, cuál escoge?
He intentado disfrutar con todas... Pero creo que la más difícil fue Shame. No podía despegarme del personaje: era alguien que no se gusta a sí mismo, que no para de castigarse, y eso acabó trasladándose a mi interior. Además, tuvimos que rodarla en 25 días, casi sin descanso. Fue muy intenso.
¿Sintió que con ese papel se convertía en un símbolo sexual?
¡La verdad es que no! Soy un actor e intento no etiquetarme demasiado ni obsesionarme con esas cosas: trabajo mejor si no pierdo el tiempo pensando en lo que dicen de mí. Mi propósito es mucho más sencillo: transmitir historias, hacer personajes creíbles y no leer mucho sobre mí.
¿Cómo se ve en el cine?
Cuando te has visto mucho, acabas acostumbrándote: al final, incluso, te da un poco igual... Es una sensación parecida a la de escucharte en un contestador automático: al principio tu voz te suena estúpida pero, poco a poco, te das cuenta de que no... ¡Es que realmente hablas así!
Prometheus está ambientada en 2089: ¿cómo ve el futuro?
No tengo demasiada imaginación... Ojalá esté todavía vivo y pueda viajar en una nave espacial. En serio, solo espero que hayan cambiado muchas cosas y el mundo vaya a mejor. Por ejemplo, que se resuelva el problema de los recursos naturales: ¿cómo vamos a conseguir que haya agua potable para miles de millones de personas? No lo sé.
¿Y el presente? ¿Cómo lo vive?
Cuando no estoy trabajando por ahí, vivo en Londres. Pero llevo un tiempo sin rodar, he estado promocionando varias películas y ahora quiero poner en marcha varios proyectos como productor. Sobre todo, dedico mucho tiempo a reunirme con guionistas.
¿Y qué hace cuando no trabaja?
Me encanta montar en motocicleta y hacer largos viajes por carretera. También me gustan mucho los karts, echar carreras en un circuito. Amo la música, y viajar. Y hace poco estuve en el Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1, donde pude conocer a Schumacher, uno de mis ídolos.
¿Y Alonso? ¿Qué le parece?
Un piloto excelente, con mucho talento... Pero me gusta más Vettel y, sobre todo, Schumacher. Es mi favorito. Aunque mi pasión por el automovilismo viene de los tiempos de Ayrton Senna, porque mi abuelo le idolatraba.
¿Cuál será su próxima película?
Twelve Years a Slave, que dirige Steve McQueen, con quien ya trabajé en Hunger y Shame. Está ambientada en 1850 y habla de traficantes de esclavos, así que no es precisamente muy alegre... Es un guión magnífico, que empezaremos a rodar en breve y en la que también actuará Brad Pitt.
Con quien ya trabajó en Malditos bastardos...
Sí, y es un placer. Es raro encontrar a alguien con tanto talento y que, al mismo tiempo, sea tan buena persona... Es generoso, muy entusiasta. Un chico fantástico, en serio.
Sé que no le gusta mucho hablar de su físico, pero necesito un consejo... Por favor, ¿cómo puedo conseguir su cuerpo?
¡No creas que me lo trabajo tanto! Tengo la suerte de tener una buena genética, que viene de la familia de mi madre. Además, voy de vez en cuando al gimnasio: practico boxeo, salto mucho a la comba, he probado algunas artes marciales y, sobre todo, quemo mucha adrenalina haciendo abdominales, fondos y dominadas. También me gusta mucho bailar, ¡pero casi prefiero que no se lo digas a nadie!
Un galán irresistible
Tras verle, sobre todo, en Shame, donde además de brillar como actor deslumbraba por su físico (y, por qué no decirlo, sus atributos viriles), uno se enfrenta a Fassbender con curiosidad y expectativas. Y lo cierto es que, al natural, no decepciona. El actor está sobradísimo: se sabe en la cima, y derrocha personalidad y atractivo. Espigado, bromista, guapísimo, Fassbender enamora. Y las malas (o buenas) lenguas dicen que comparte con su personaje de Shame el vigor sexual y su querencia por el género femenino...
Las caras de Fassbender
2006. 300. Un breve, pero llamativo, papel. Encarnaba a uno de los héroes (Stelios) y podía lucir un torso fibroso y buena melena.
2009. Malditos bastardos. Era un inglés que, gracias a su fluido alemán, ejercía de espía. Su final, eso sí, era algo trágico.
2011. Un método peligroso. Tras brillar en X-Men y Jane Eyre, estaba a la altura de Viggo Mortensen en el papel de Jung.
2011. Shame. Su papel más llamativo: un ejecutivo solitario y adicto al sexo. Una película de las que dejan huella: magistral.
2012. Prometheus. Delgado, refinado, gélido... Fassbender lo borda como el imprevisible robot de la precuela de Alien.// 20 minutos
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