Han pasado más de treinta años desde que un papel en la película Grease la precipitó a la fama, le permitió seducir en la ficción al sex symbol de moda -John Travolta- y le abrió las puertas a la interpretación.
Antes de aquello, Olivia Newton-John, aquella dulce rubia de melena recatada, era conocida en el mundo anglosajón por su carrera como cantante. Tras aquella experiencia cinematrográfica, la británica criada en Australia ha tratado de compaginar las dos profesiones -la de la música y la más reciente del cine- con resultados irregulares.
Ahora, Newton-John ha regresado a la gran pantalla con el estreno internacional de la comedia Una boda de muerte (A few best men) donde interpreta a una mujer "alocada" y cocainómana que poco a poco "se va haciendo más comedida", entre otras cosas por el control de su marido, un político, explica Olivia. "Es una mujer reprimida que necesita una vía de escape", resume.
Al parecer, la cantante, de 63 años, está encantada con este trabajo que la ha devuelto a las salas de todo el mundo y que ya conquistó a la crítica del Festival Internacional de Cine de Roma, donde la película se presentó el pasado octubre fuera de concurso.
Entonces, en una rueda de prensa, Newton-John admitió que aún hoy le acompaña el personaje de Sandy que interpretó en Grease. El director de Una boda de muerte, Stephen Elliot, bromeó a este respecto: "Queríamos matar a Sandy y por eso la hemos hecho actuar como una mujer que abusa de la droga y del alcohol", apuntó.// 20minutos.es
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