El 29 de marzo de 2010 Ricky Martin confesaba su homosexualidad a través de un escueto mensaje en Twitter. Pero no fue hasta siete meses más tarde cuando aquel galán tentador –la camisa negra pegándose impúdica al pecho- rompió su mutismo para tomar asiento en una de las butacas de El Show de Oprah. Entonces, ya sí, los televidentes pudieron meterse bajo su piel bronceada y limpia, muy cerca del corazón, y medir las pulsaciones que lo desbocaban; examinar el nudo que le atenazaba la faringe; aliviar, después, la hinchazón que le había producido guardar un secreto tan hondo durante 40 años y agradecerle, con un avasallador índice de audiencia, la muestra de confianza. La absolución llegó al final de los labios de Oprah Winfrey, la presentadora más famosa de EE UU: "Cada vez que alguien conocido sale del armario, cambia el mundo", sentenció ésta con voz firme, robando al cantante de Livin' la vida loca el aplauso más cerrado de la jornada.
Antes que él, allí mismo, Whitney Houston había desvelado por primera vez episodios de aislamiento, drogas y desolación.
Tampoco Jennifer Aniston pudo ocultar a Winfrey el desgarro que sintió cuando comprendió que Brad Pitt la había abandonado por otra; ni Michael Jackson, el daño que le había infligido su padre, aquel hombre autoritario a quien acusó de haberle hurtado su infancia. Incluso Michelle Obama accedió la pasada semana a regalar unas palabras al espacio, un instrumento eficaz para alcanzar a 10 millones de televidentes y, a su vez, contentar a su conductora, la gran Oprah, sólido apoyo de la campaña electoral de su marido en 2008 y protagonista en la última década de los titulares de Forbes por ser una de las más ricas e influyentes del país.
La clave de la gloria
Para Oprah, afroamericana, nacida en una familia humilde y desestructurada de la América profunda, la llave para alcanzar el éxito es sencilla: "Los sentimientos son el GPS de la vida. Hay que oír la voz del interior para conseguir el triunfo", repite con seguridad en recepciones y actos públicos mientras saborea el efecto que produce en la audiencia.
Su corazón, asegura, es el que le ha permitido construir un imperio que hoy componen un canal de televisión, una revista bautizada con su nombre, una productora, el talk show más antiguo y visto de toda la historia de su país, casas repartidas por toda Norteamérica y una fortuna de unos 2.700 millones de dólares.
Antes de aquello, fue locutora de radio –su voz fue siempre su arma más poderosa, incluso de niña, cuando el predicador de su iglesia la escogió para leer las lecturas de los domingos-. También fue candidata en concursos de belleza y trabajó como actriz, su gran pasión, llegando a estar nominada a un Globo de Oro en 1986 por su papel en El color púrpura. Pero ha sido desentrañando historias humanas sobre un plató –entre ellas, su propia infancia atormentada por abusos sexuales, su superación de un cáncer o la presentación, hace unas semanas, de su hermana secreta- lo que le ha otorgado el prestigio y la popularidad. Ésta le ha permitido en la última década alternar notorias acciones solidarias con opulentas celebraciones de cumpleaños y regalos sorpresa de un coche a cada uno de los asistentes a su programa.
Sus 57 años, que cumplió el pasado sábado, vaticinan cambios. Oprah anunció hace un tiempo que pondría fin a su programa en 2011, tras 25 años en antena. Ahora que se acerca la fecha, duda por primera vez de una decisión. ¿Será capaz de renunciar al aplauso y al cariño del público? Algunas fuentes aseguran que planea continuar trabajando, pero en su cadena de televisión.
Tú en tu casa, yo en la mia
Consagrada al trabajo, Oprah Winfrey nunca ha contraído matrimonio ni ha convivido con una pareja.
Sin embargo, ha tenido numerosos romances, algunos de ellos tormentosos. "Mi historial de abusos me empujó a ser promiscua en mi adolescencia y, luego, a buscar desesperadamente en los hombres aprobación y cariño. Quizá por eso mantuve relaciones con personas absorbentes y dominantes", ha explicado en alguna ocasión.
Su noviazgo con un hombre casado la llevó a escribir incluso una nota de suicidio, superando algunas de las historias que discurren por su programa. Desde 1986 se la vincula con el empresario Stedman Grahan. Esto no ha conseguido acallar los rumores sobre su lesbianismo, que la han perseguido durante años. En 2010 los desmintió.
Vía: 20 Minutos
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