No hay nada más frustrante que circular por un carril muy lento o congestionado cuando el carril vecino circula mucho mejor. Entonces nos obcecamos en cambiar de carril para disfrutar del carril menos congestionado. Y si éste se congestiona, entonces intentamos cambiar de nuevo de carril.
Pero ¿es fructífero tanto cambio de carril? ¿Vale la pena el esfuerzo y el riesgo que conlleva?
Un programa de televisión canadiense hizo la prueba. Pidió a dos conductores que recorrieran la misma ruta por una autopista a la misma hora. A uno le encargaron que cambiara de carril tantas veces como lo fuera posible y al otro, que permaneciera en el mismo carril todo el tiempo.
Al llegar al destino, el que no dejaba de cambiar de carril llegó 4 minutos antes en un recorrido de 80 minutos. Tom Vanderbil comenta con no poca jocosidad:
El estrés que conllevó realizar todos esos cambios probablemente se cobró más de cuatro minutos de la vida de ese conductor.
Hay otro problema por el cual esta revelación seguramente no cambiará nuestro anhelo por cambiar de carril constantemente. Psicológicamente somos más propensos a percibir las pérdidas que las ganancias. Diversos experimentos han demostrado que los seres humanos nos llevamos una impresión más poderosa de las pérdidas de cualquier tipo.
Es lo que el psicólogo Daniel Kahneman ha llamado el “efecto donación”: una vez se ha dado algo a una persona, al instante se vuelve más reacia a renunciar a ello.
Hay otro experimento que refuerza esta idea en el contexto del tráfico, llevado a cabo por el epidemiólogo clínico de Toronto Donald Redelmeier y por el estadístico de la Universidad de Stanford Robert Tibshirani:
Usando una sencilla simulación informática de dos carriles congestionados siguiendo el comportamiento típico del tráfico, además del vídeo de una carretera embotellada real, los investigadores descubrieron una ilusión al estudiar a un conductor de muestra: aunque el coche sujeto experimentó tantos “actos de adelantador” como “actos de adelantado” (lo que significa que mantuvo el mismo ritmo general relativo que el carril vecino), el coche pasó más tiempo siendo adelantado por otros vehículos que adelantándolos.
Vía: Genciencia
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