Anthony Hopkins: "Hannibal Lecter pagó mis facturas y salvó a mi madre"

Anthony Hopkins

Pese a ser uno de los actores más admirados del mundo y tener fama de arisco, Hopkins es encantador. Al menos así se mostró durante la entrevista aunque, eso sí, en persona causa respeto: por su voz profunda y, sobre todo, porque los años le han ido haciendo cada vez más parecido a su siniestro personaje de Hannibal Lecter.

Tras todo tipo de personajes, ahora hace de cura y exorcista en El rito.
Me ofrecieron el papel y, a estas edades, me parecía de mala educación decirles que no.

Leí que el papel no le interesó en un primer momento...
Tenía varios guiones en la cartera y es verdad que no me convencía al principio, pero volví a leerlo varias veces a instancias de mi esposa: "¿Por qué no volver a hacer, tras El hombre lobo, otro personaje torturado?" Al hablar con el director, el proyecto me fue gustando cada vez más y me recordó a El exorcista o La semilla del diablo.

¿Qué tal lleva promocionarla?
Que te manden de Los Ángeles a Roma es bonito y además me pagan un hotel precioso. Así que me gusta esta parte de mi trabajo, me divierte.

La película gira en torno a la fe en Dios. ¿La tiene usted?
Nunca he sido creyente, pero películas como esta te cambian un poco la visión. No puedes cerrarte a una sola posibilidad: sería como vivir en una casa sin ventanas. Hay cosas que me hacen pensar que todo es posible: si hace 40 años me hubieran dicho que hoy estaría aquí y que ganaría un Oscar, no les habría creído, pero es cierto, así que uno ya puede creer en cualquier cosa.

Su carrera, más que a un designio divino, ha respondido a su pasión por la actuación...
Yo no lo llamaría pasión... la pasión es algo que no te deja respirar, que te ahoga. La actuación, simplemente, me interesa, y encima me pagan bien por trabajar como actor.

¿Cuál es su método?
Simplemente, repasar una y otra vez el guión. Al hacerlo surgen en mi mente cosas que me van guiando sobre la naturaleza de mi personaje... Pero tampoco me gusta mucho hablar del tema, porque cuando escucho a un actor hablar de su método, de sus trucos, siempre me suena muy pomposo y aburrido. Es vanidoso y termina durmiéndome.

¿Qué le lleva, a estas alturas, a aceptar o rechazar un papel?
El sí depende, casi siempre, del guión. Recuerdo cuando leí el de El silencio de los corderos: era muy poderoso, quizá el más poderoso que haya leído jamás, y una cosa así no puedes rechazarla. Respecto a decir que no... me llegaron hace poco buenas ofertas para rodar en Uzbekistán o en Marruecos, pero era en verano y ya no estoy para esos trotes. Era un buen dinero, pero no quiero gastar demasiados meses trabajando en lugares donde no podré pasear, por el calor y el escaso tiempo, y encima terminaré agotado. Así que mis decisiones vienen marcadas por el dinero, el interés artístico y, claro, mi propio interés personal.

¿Qué parte de su trabajo le resulta más difícil?
No lo sé... No encuentro una en particular, porque en general ser actor es un trabajo bastante sencillo. Por ejemplo, no soy muy bueno desfilando por alfombras rojas o yendo a entregas de premios, pero también me gusta. Me siento muy afortunado de hacer lo que hago, pero la parte más gratificante es cuando tienes que ir al plató o a la localización, y empezar a trabajar. Lo más complicado quizá es cuando hay muchos productores en el plató intentando manipular el trabajo del director. Eso también dificulta tu trabajo como actor, pero aprendes a tomarte las cosas con ligereza.

En El rito trabaja con un actor joven como Colin O’Donoghue. ¿Se siente como un profesor?
No, porque suelen ser compañeros muy buenos, que me obligan a esforzarme y pensar.

¿Destacaría a algún joven actor, en particular?
Por ejemplo, a Chris Hemsworth. Acabo de rodar con él Thor, y es muy bueno. Será una gran estrella del cine.

Ahora, y tras meterse en la piel de Nixon o Picasso, vuelve a encarnar a un personaje real.
Sí, y es mucho más difícil, porque mucha gente los conoce y sabe su aspecto real. Piensa en Nixon o en Picasso... No me parezco nada a ellos, pero es apasionante tratar de comprenderlos y aprender de su vida. Sobre todo, me fascinó el sentido del humor de Picasso: es un gran personaje, el Mick Jagger del arte español. Fue un rebelde, un loco, un revolucionario. Hay tres o cuatro grandes revolucionarios del siglo xx: Karl Marx, Freud, Nietzsche y Picasso. Ellos hicieron volar todo por los aires.

Usted, además de actuar, también pinta y compone música.
Es lo bueno de ser actor: pasan largas semanas entre proyecto y proyecto que aprovecho para pintar. Respecto a la música, me cunde mucho. En las últimas semanas he compuesto horas de música que espero presentar en Cardiff en verano.

Tras cuarenta años de carrera, ¿le molesta que le sigan recordando por el Hannibal Lecter de El silencio de los corderos?
Recuerdo pasear en Nueva York: mi madre estaba muy enferma, hospitalizada en Los Ángeles, y vi un cartel gigante en Broadway con mi rostro encarnando a Lecter. En ese momento me di cuenta de lo que significaba el personaje para mí: era él el que estaba pagando las carísimas operaciones de mi madre, el que podía salvarla, el que se ocupaba de todas mis facturas. Así que no: no me importa hablar de Lecter, porque cambió mi carrera, me dio el Oscar y, sobre todo, salvó a mi madre. Solo por eso ya merecía la pena.

¿Le veremos pintar y componer más, y alejarse de la actuación?
Me gusta todo, pero por encima de todo, lo que me apasiona es poder seguir vivo y no parar de hacer cosas.

Vía: 20 Minutos

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